(Aldo Gaston Alvarez Lizama)
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Era un mediodía muy sereno:
Era un mediodía muy sereno:
El hijo sacerdote va donde su madre
( a quien quería y quiere tanto).
¡Cómo no querer a un ser así
hecho fuerte a través del sufrimiento desde niña!
Le sirvió el padecer
para dejar como herencia
una enseñanza que jamás se borrará
de nuestro pensamiento.
Generosa y ordenada con un corazón de oro
como toda madre buena.
Fue premiada de muchas maneras
esta enérgica (la energía le sobraba)
y cercana madre.
Su sentido del humor era notorio.
Cuando sufría cantaba:
Cuando sufría cantaba:
"Nacimos para sufrir, muy poco para gozar.
Que sufre mucho en la vida quien ama de corazón"
era su canción.
Llega el hijo a su casa pasada la mañana
y su amor por esta madre
despertó en él deseos de bailar...
Fue el ultimo vals.
Fuimos tan felices (ella bordeaba los noventa).
Cuando recuerdo el hecho
siento mucha paz
y como que me voy preparando
para bailar un otro vals y allá en el cielo.
¡Será la Fiesta!
Esta vida, ¡oh! Señor,
esta vida tan llena de pesares para todos.
Pero el Señor está cerca
para convertir nuestra pena en gozo
y la paz, paz será abundante.
Estamos a la espera.
Estamos a la espera.