sábado, noviembre 22, 2008

Una carta a Jesus el rey del universo


JESÚS:
Se abrió mi corazón al sentir tu cercanía en Noche tal vez fría.
Me acostumbré contigo echándote de menos.
¿Por qué duró tan poco ese pasar tan tuyo? me pregunto.
¿Por qué te fuiste si esta humanidad camina a la deriva?
Te fuiste para el cielo, sí, y ¿estás lejos...?
Cómo nos pruebas, Jesús, cómo nos pruebas
llevando cada uno su miseria ¿sabes?,
el peso de la vida: enfermedad, dolor, tantas ausencias.
Limpia mis ojos, Señor, limpia mis ojos,
así te miraré en ese hermano solo de esta historia;
en ese hermano pobre y sin abrigo, sin pan, Señor,
dejándose abatir por las fatigas.
Tu paz, Jesús, tu paz que se derrame
en tantos corazones puros y sinceros
al escuchar voz dulce, muy tierna:
"Vengan a Mi cansados y agobiados
a descargar sus penas al parecer sin vuelta".
¿Por que se olvidan, Jesús, que Tú eres Vida,
eres la paz, eres mi Todo?
El hombre ya cansado anhela ver tu cielo.
Yo creo, mi Señor, yo creo en tu Promesa, perdona mi impaciencia.
Tú me convences, Jesús, Tú me convences.
¡Cómo quisiera estar ya en tu descanso
mirando, sí, las amapolas de tu Jardín florido
allí donde no hay tiempo ni los molestos ruidos de la tierra.
Mis oídos del alma escucharán las voces,
esas voces seguras de los justos.
Cuando al pensar en ellos ¡cuánto gozo!
Y mi turno, Señor, ¿no todavía?
Ese soñar del alma ya embobada por no decir mimada
al dialogar contigo escuchándome Tú desde el silencio.
El alma, mi Señor se me enamora de tu Bondad divina
hasta decir tan sólo un: ¡Gracias, Amigo!
No importa ya la espera.
Yo mostraré tus huellas sin cansarme.
No importa que me arrastre.
Sólo será por ellos llevando la Noticia.
Después vendrá la Aurora sin esas sombras tristes de la vida.
Y brillará tu Sol allá en el cielo.
Entre tanto, Señor, sumándome a los santos,
te ofreceré mi música y mi canto.

Tu seguidor, Amigo y Rey mío
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jueves, noviembre 20, 2008

Adviento



(Aldo Gaston Alvarez Lizama)
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Tiempo de espera, tiempo de gozo para las almas buenas que se sienten solas buscando una persona que las salve, acompañe y saque de su postración. A esa Persona la anunciaron los profetas del Antiguo Testamento: el Mesías.
En la tierra tantas promesas que se van como se va la espuma y desvanecen. Faltaba y falta ese Fiel Retoño de la historia con su Venida.
El Salvador ya llega distinto en su Promesa. Es ejemplar su entrega por el hombre que ilusionado vive o tal vez ofuscado por el brillo del espectáculo triste de este mundo y éste pasa. Tantos inventos hoy, tanto progreso, mas sin un sello de paz que nos perdure. Todo fenece y hasta el hombre parte... El Enmanuel ya llega para decirnos: ¡Basta! El mundo de este hoy necesita más amor y amor sin tanta cosa... Al escucharlo el alma se enamora y se vuelca sin más hacia la Vida, la Vida salvadora: Jesucristo. Su Reino es diferente de verdad y justo. Así camina el hombre en esperanza cierta.
El anuncio de Dios es proclamado en el silencio, en una tarde gris de aquellas. Una doncella pura, humilde y tan modesta recibe una visita: Es un ángel del cielo quien le dice: "Dios te salve, María, te saludo, llena tú de gracia. De tu vientre vendrá la salvación querida. Bendito, sí, bendito el fruto de tu vientre: Jesús". María no lo entiende ni imagina siquiera la manera de Dios para acercarse. Y es el Ángel, es él quien le da calma: "El Espíritu de Dios será tu sombra, convertirá los sueños de la historia en dulce realidad en tus entrañas: Serás la Madre". María en oración pronuncia el: ¡Vamos! con su sí tan humilde, bien callado: "Que se cumpla de acuerdo a tu palabra". Allí se inicia la Obra Redentora, el Plan de salvación ha comenzado: Encarnación divina.
El mundo lo esperaba sin saber ese cómo. Misterio tan hondo de la historia: Su Venida.
Tiempo de Adviento en oración vivido mientras el mundo sin parar: Progresos... Progresos, mas sin Dios sin los misterios. Los misterios de amor se van gestando en el seno tan puro de una Virgen. Virgen lo fue y lo será por siempre. Y también la Madre en privilegio.
Virgen de la esperanza y del amor perfecto: Jesucristo. Diáfana cual luz, por ello Estrella. Una Estrella luciente que nos guía y a terminar en cielo.

lunes, noviembre 10, 2008

Es su mes, mes de flores



(Aldo Gastón Alvarez Lizama)

Tierra fértil bendecida, con profusión de aromas: Primavera.
Los ojos se extasían al contemplar Su Obra:
Esa rosita abierta ¿sus pétalos? = primores;
tímidos botones, tan bellos en su asomo.
Son miles los colores, espíritu arrobado.
La pequeñez del hombre...
Grandeza de Dios y es su rocío
que cubre en las mañanas.
Pobre lo fue, en sencillez nacida
surgió como una Flor mucho más bella,
humilde y despojada fue María.
Corren los hijos en su Mes bendito
a decirle en amor: ¡Oh, Madre!
En ese ayer tan pobre, tan sufrida
en el Hoy tan Reina en Paraíso.
Los Jardines del cielo en lozanía.
"Mi espíritu se goza" lo sabes tú, María,
al pensar en la vida de los hijos.
Tuyos, muy tuyos, Madre amada,
ellos anhelan estar en esa gloria
pasados los inviernos...
Ayer te vi sufrir y tu silencio
me enseñó tanto para pensar en cielo.
Ese dolor tan duro de la tierra
en postración vivimos
recordando esa espada que hasta punzó tu alma.
En el silencio fuiste haciendo tu camino
el caminar con El hacia la Gloria.
Gracias, María, tú, tú me sabes hijo
y en el mirar al tuyo: Jesucristo
no me llevo pensando en este mundo
perdida al parecer la buena senda.
Te llevaré mis flores y flores no marchitas
y las pondré a tus pies diciendo: Madre.



jueves, noviembre 06, 2008

Ese querer estar siempre en la montaña santa


Ese querer estar siempre en la montaña santa..
(Aldo Gastón Alvarez lizama)
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Llévame a tu Tabor, llévame pronto
para gozar del aire del amor perfecto.
Quiero peregrinar hacia tu monte en las alturas
para escuchar tu voz, ver tu mirada.
Contigo fácil será el tal ascenso
y llegaré a la cima de ese Monte.
Subir, subir oyendo tu Palabra
trayéndome la paz como Mensaje.
Mensaje y paz o ¿tu silencio?
Lo importante será el andar y andar contigo
llevándote tan dentro en acendrado amor,
en tu presencia.
No dormiré, Señor, en el camino.
Atento, sí, estaré para alabarte.
El cansancio se irá, será pequeño
porque veré tu Rostro, Jesús mío.
El ascender, mi Dios, es cosa urgente,
las horas del destierro...
Tú lo sabes.
¡Qué bien, qué bien cuando te vea
quitándose la venda de mis ojos.
Mi espíritu en tu paz te dirá:
¡Gracias!
¿A que dilatar ya más hora gozosa?
El tiempo no me llena en esta vida...
Quisiera ya estar en las alturas,
el alma no está quieta, sin sosiego.
Sólo te busca a cuando en su rezo,
su rezo y oración,
¡Oh, tu Ternura!
Caricia recibida en suavidad, dulzura.
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