Se lo conoce tan poco
y es por eso que el mundo anda de tumbo en tumbo,
sin norte, sin un buen rumbo, sin alegría fuerte y clara.
Es el Maestro del amor quien inspira toda palabra,
todo sentimiento, toda poesía.
Cuando con El se está brota y brota el amor
y el canto en una melodía celestial, divina.
El es como Fuente inagotable de agua fresca,
de esa agua que corre por asequias con su arrullo
y en silencio habla de vida que se desliza suave y cantarina.
El Señor es la Pascua tan florida
y llamada a cambiar el mundo con su historia.
La Pascua es campanas que resuenan
y rompen el silencio pregonando
la Resurrección del Vencedor de la muerte
y toda muerte para decir:
Yo vivo, mi presencia es Vida.
Síganme los amigos ,
no se queden en el tiempo egoísta y frío,
síganme para que vivan.
"Si conocieran el don de Dios".
Pero la historia comenzó con una Pasión
y una cruz donde Cristo
con sus brazos extendidos
quiso abrazar a la humanidad toda,
a esa misma humanidad que dijo:
¡Muera! ¡
Cómo no quererte, Jesús mío,
generoso Amor no comprendido!
Vivir la Semana Santa es vivir como santos
contagiados por ese gesto de entrega
de un Dios Vivo.
Tú, Jesús
aclamado en el Domingo de Ramos
y después un: ¡Crucifícale!.
¡Oh, mundo, mundo,
qué mal respondes a un amor tan grande!
Pero ahora vives y por nosotros vives,
Amor sin medida. ¡Gracias!