(Aldo Gastón Alvarez Lizama)
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La imagen de un Paraíso ya lejano
donde todo, todo era armonía
se empañó por la ambición desmedida
de un hombre sólo una hechura,
hechura de aquel Dios todo ternura
al regalar la vida.
El hombre quedó sólo
y ante una tentación no imaginada:
Ser como Dios sin darle cuentas,
¡oh, libertad! y libertad quería...
Y en el romper abrupto él se negó a la Vida
desnudo se quedó y avergonzado,
solo, muy solo, débil, pequeño ¡pobre!
y le sobró la pena.
Se enemistó con Dios
perdiendo el gozo y la amistad divina.
La humanidad gimió con esa herencia,
el pecado de orgullo y desvarío.
Perdido el Paraíso se dolía
pensando en Redentor, el que vendría:
Ese Jesús de Amor
con su Promesa de Paraíso eterno allá en el cielo.
Hijos de Dios nos hizo su Sacrificio
al morir en la cruz por el pecado.
Alegres hoy y muy contentos
cantamos con amor su Nacimiento.
Nuestras notas al Sol,
Sol de Justicia
y a la Madre que vive junto a la Vida.