Aldo Gaston Alvarez Lizama)
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Y caminé por las calles de la vida
buscando palabras de respuesta
y al preguntar nadie sabía
responder con claridad a mi pregunta:
¿Por qué vivir, por qué la pena?
¿Cómo curar heridas siempre abiertas?
Tantos enfermos abatidos, tristes en soledad,
sin luz, sin alegrías...?
Nadie me dijo nada, no sabían.
Y seguí cavilando con fe viva.
De pronto una voz y voz amiga:
"No tengas temor a las espinas florecerán las rosas de la Vida".
Me convenció la voz de aquel Amigo y suplicante dije:
Quédate, Señor, queda conmigo,
parte conmigo el Pan y no te vayas nunca de mi lado.