miércoles, mayo 24, 2006

Angeles

(Aldo Gaston Alvarez Lizama)
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Seguimos esperando primaveras,
el invierno nos hiere con sus fríos,
sus escarchas y aunque no lleguen al alma,
sacuden tanto por dentro, pues queremos el abrigo del amor
y por esos esperamos primavera
y al contemplar las flores, al sentir fragancias,
oler los perfumes de la Vida pensamos:
"En la Casa de Mi Padre hay muchas moradas".
¿Cómo son? , Señor,
esas moradas que imaginar no puedo,
ocultas en el hoy a la mirada, en este hoy de la vida de la tierra?
Para llegar al cielo debemos entrar por la puerta angosta con timidez,
tal vez, la de los hijos buscadores de un descanso bueno en esa Casa del Padre.
Ya empieza el alma a añorar la Vida y en decir de un santo y sabio:
"Mi espíritu estará inquieto hasta ese poder estar contigo".
Abranse las puertas para llegar como un niño travieso en sus andanzas,
él sabe mirar cada rincón jugando, sí, jugando a la escondida...
Los ojos se le llenan de puras alegrías,
la inocencia le vuelve al alma agradecida.
Y esos seres del cielo que vuelan y corren sin gran prisa
y que al cantar se alegran ¿quienes son ellos?
Ángeles de Dios en gran contento,
alaban sin cesar al Dios de Gloria,
Señor de los señores con instrumentos miles.
Los ángeles sin verlos a nuestro lado estaban
cuando en la tierra de peligros llena nos libraban de caer.
¡Oh, qué buenos!
Gracias, buen Dios,
gracias
sufría la existencia al rodearnos peligros ...


 
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