T E S T I M O N I O
(Aldo Gastón Alvarez Lizama)
.
Han pasado los años y aún guardo en mi retina
lo que vieron mis ojos
y oyeron mis oídos:
Fue en una medianoche (una de tantas)
cuando tocaron a mi puerta
llamándome para visitar a un enfermo
y los enfermos merecen una
atención muy inmediata, preferencial, como los pobres.
Acudí al hospital de la ciudad
cuyos pasillos me eran tan conocidos
al poder recorrerlos cada día.
Una niña de cortos años
muy alegre y vivaz se moría aquella noche.
Tantas veces la vi sonriente y acogedora, muy en paz.
Su padre, hombre de fe, me llevó en esas altas horas de la noche.
Al llegar donde ella le brillaron los ojos y me dijo:
"Padre, me voy para el cielo".
Estaba segura, sí, muy segura que así sería.
Su padre me pidió que la confirmara,
lo que hice sin vacilar.
Y esta niña,
cual un ángel, caía postrada en su camita
y luego se incorporaba diciendo:
"¡Estoy viendo a Jesús, estoy viendo a la Virgen!"
y luego caía hasta llegar el momento
en que fue llamada a gozar
de la Vida allá en el cielo.
Hoy estará "corriendo" como niña agradecida
al no ser contaminada
con las miserias de este mundo,
por esos Jardines en donde las
amapolas, las rosas y otras flores
dejarán caer sus pétalos
para alfombrar el Camino de la Vida.
La hermosura del cielo, la realidad de la gloria de los santos
y ángeles de Dios.
Mi niña, la niña de esta historia
nos quiere llevar a contemplar
desde ya las delicias de la Vida,
allí donde las notas de música sagrada
se elevaránn por siempre para alabar a Dios
mientras quieren arrancar nuestra vida de este mundo
y así asombrarnos finalmente con la Gloria.