con ojos contemplativos y fijos en esas fucsias
con su encanto de variado color entre azul y rojo,
con su encanto de variado color entre azul y rojo,
lo esperaba con paciencia.
Y el avecilla llegaba para libar las flores
Y el avecilla llegaba para libar las flores
con incansable insistencia saboreando su dulzor.
Como cuando el hombre se queda en oración
Como cuando el hombre se queda en oración
gustando la dulzura...
Minutos de espera muy valiosos,
Minutos de espera muy valiosos,
pues llegaba el colibrí
que parecía esconderse a las miradas.
Tantas veces quise imaginar su revoloteo
Tantas veces quise imaginar su revoloteo
o ese quedarse extático frente a cada flor.
Y llegaba, graciosamente llegaba
Y llegaba, graciosamente llegaba
y se mostraba
con su plumaje majestuoso y puro.
En una mañana, estando yo de pie y arrinconado,
En una mañana, estando yo de pie y arrinconado,
le di unos minutos hasta verlo llegar.
Las ramas sacudidas y agitadas por el viento
Las ramas sacudidas y agitadas por el viento
no presagiaban, no, esa venida
y pudieron haber arruinado la esperanza.
No fue así, la visita llegó,
libó una flor y luego
ocurrió lo inesperado:
Se puso frente a mi, bailó su hermosa danza,
me hizo fiesta y se fue.
Ingenuamente lo llamé:
Ingenuamente lo llamé:
"Ven, amigo mío, ven", mas se fue.
Me quedé con esa imagen
grabada en mi memoria
grabada en mi memoria
y mas tarde en otro día se repitió el saludo.
Fue como un dulce
sueño de una noche en calma.
La capacidad de asombro,
sueño de una noche en calma.
La capacidad de asombro,
tanto se ha perdido en este agitado mundo.
Ya nadie se detiene
a contemplar la Vida
a contemplar la Vida
reflejada en las aves y en las flores,
en cordillera y en mar,
en las montañas y bosques.
¡Limpia, Señor, nuestra mirada!
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