HOMENAJE AL MONJE
(Aldo Gastón Alvarez Lizama)
Hombre solitario sumido en pensamientos muy profundos,
hace su camino dejando el espíritu en permanente
contacto con la Verdad más plena: Cristo.
La paz la muestra en su mirada, en sus ojos limpios,
abiertos a la contemplación en cada instante.
El monje sabe huir y no por cobardía;
sabe huir de los interes terrenales
para llenar el corazón de la presencia del Señor Amado.
De El se enamora contándole sus cosas
llamándolo el Amigo y Confidente: JESUS.
Así vive el gozo y la paz con el Amigo.
El mundo con sus cosas no es seguro
el monje no lo ignora.
De inseguridades este mundo lleno, intranquiliza.
El monje descubrió a su gran Amigo
elegido en el silencio de oración muy honda
dejándose embriagar por cercanía
la del amor divino cada día.
Su alma se deleita en la pureza
de ese amor diáfano y seguro
"Me saciaré de tu semblante".
Y así se va saciando esa sed de paz ya no escondida
con la apertura fiel a lo divino.
Más allá de la alegría humana
la amistad del Señor se lo da todo.
El monje da cabida al dolor y la miseria humanos
y lleva a la oración sus inquietudes.
Ama a la humanidad y la recuerda
contándole a su Cristo las penurias.
Vive su soledad y en la plegaria
dilata el corazón enamorado.
Y cuando sufre y sufre mira a su Cristo
clavado en esa cruz y dice: Gracias.
Mi cruz es tan pequeña, ayúdame a llevarla
cuando mi cruz toca la tuya me siento fuerte.
Después vendrá la gloria,la gloria en tu Victoria.
Gracias, Jesús, donde yo vaya
gracias, gracias, Jesús, seré tu monje.