(Aldo Gastón Alvarez Lizama)
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(Imagen de Robert Whitehead)
(Imagen de Robert Whitehead)
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Fue en una tarde de campo con olor a pasto
en esa vida tan sana entre los bosques.
Una madre se ausenta y va de compras,
pero vuelve cansada y con dolor encima.
Éramos tan niños (muchos) y al verla así sufrir
un hijo se arrodilla invitando en el gesto
a sus hermanos hasta juntar las manos.
Junto a su cama le dijimos a Dios que la sanara
porque sin madre...
Siempre fue para nosotros una fiesta su regreso,
corríamos al campo y a cortarle flores,
barríamos el patio para acogerla alegres.
En esa tarde triste pedimos al Señor que la aliviara
¿quién me enseñó a rezar sino esa madre?
Y pasaron los años y siguió la mamita agradecida
hasta frisar los cien dejando como herencia:
esa fe y esa fuerza tan, tan suya.
El hijo que cayó muy de rodillas junto al lecho
hoy la siente y la siente desde el cielo
mientras sus manos tocan al Dios Vivo
ministro del altar y sacerdote,
le dice al Señor, Señor: ¡Qué buena madre!
Ansioso está en el hoy de dulce Encuentro
con esos seres tan buenos, tan amados
tan queridos por Dios y por María.
Sin oración la vida es un vacío.
Gracias.
Fue en una tarde de campo con olor a pasto
en esa vida tan sana entre los bosques.
Una madre se ausenta y va de compras,
pero vuelve cansada y con dolor encima.
Éramos tan niños (muchos) y al verla así sufrir
un hijo se arrodilla invitando en el gesto
a sus hermanos hasta juntar las manos.
Junto a su cama le dijimos a Dios que la sanara
porque sin madre...
Siempre fue para nosotros una fiesta su regreso,
corríamos al campo y a cortarle flores,
barríamos el patio para acogerla alegres.
En esa tarde triste pedimos al Señor que la aliviara
¿quién me enseñó a rezar sino esa madre?
Y pasaron los años y siguió la mamita agradecida
hasta frisar los cien dejando como herencia:
esa fe y esa fuerza tan, tan suya.
El hijo que cayó muy de rodillas junto al lecho
hoy la siente y la siente desde el cielo
mientras sus manos tocan al Dios Vivo
ministro del altar y sacerdote,
le dice al Señor, Señor: ¡Qué buena madre!
Ansioso está en el hoy de dulce Encuentro
con esos seres tan buenos, tan amados
tan queridos por Dios y por María.
Sin oración la vida es un vacío.
Gracias.