JESÚS:
Se abrió mi corazón al sentir tu cercanía en Noche tal vez fría.
Me acostumbré contigo echándote de menos.
¿Por qué duró tan poco ese pasar tan tuyo? me pregunto.
¿Por qué te fuiste si esta humanidad camina a la deriva?
Te fuiste para el cielo, sí, y ¿estás lejos...?
Cómo nos pruebas, Jesús, cómo nos pruebas
llevando cada uno su miseria ¿sabes?,
el peso de la vida: enfermedad, dolor, tantas ausencias.
Limpia mis ojos, Señor, limpia mis ojos,
así te miraré en ese hermano solo de esta historia;
en ese hermano pobre y sin abrigo, sin pan, Señor,
dejándose abatir por las fatigas.
Tu paz, Jesús, tu paz que se derrame
en tantos corazones puros y sinceros
al escuchar voz dulce, muy tierna:
"Vengan a Mi cansados y agobiados
a descargar sus penas al parecer sin vuelta".
¿Por que se olvidan, Jesús, que Tú eres Vida,
eres la paz, eres mi Todo?
El hombre ya cansado anhela ver tu cielo.
Yo creo, mi Señor, yo creo en tu Promesa, perdona mi impaciencia.
Tú me convences, Jesús, Tú me convences.
¡Cómo quisiera estar ya en tu descanso
mirando, sí, las amapolas de tu Jardín florido
allí donde no hay tiempo ni los molestos ruidos de la tierra.
Mis oídos del alma escucharán las voces,
esas voces seguras de los justos.
Cuando al pensar en ellos ¡cuánto gozo!
Y mi turno, Señor, ¿no todavía?
Ese soñar del alma ya embobada por no decir mimada
al dialogar contigo escuchándome Tú desde el silencio.
El alma, mi Señor se me enamora de tu Bondad divina
hasta decir tan sólo un: ¡Gracias, Amigo!
No importa ya la espera.
Yo mostraré tus huellas sin cansarme.
No importa que me arrastre.
Sólo será por ellos llevando la Noticia.
Después vendrá la Aurora sin esas sombras tristes de la vida.
Y brillará tu Sol allá en el cielo.
Entre tanto, Señor, sumándome a los santos,
te ofreceré mi música y mi canto.
Tu seguidor, Amigo y Rey mío
.