Ya casi en la cima de una historia
de una vida dulce y peregrina,
extendí la mirada hacia el pasado.
Miré mi niñez sana y muy sana
acariciada por los mimos de una madre;
miré mi juventud pura y muy limpia
sin ser contaminada por influjos.
Y seguí caminando con gratitud sentida,
si parecía todo un Paraíso
mientras el alma cantaba agradecida
al Dios de vida.
Al llegar a la curva de los años
cuando se empieza a vislumbrar la VIDA
dije:
No importa si mis ojos ya se apagan
o el caminar se me hace lento
curvadas las espaldas, ¡oh!no importa.
Yo me impuse mirarte, Cristo mío,
con esas ansias de contemplar al fin
tu Rostro dibujado ya en mi retina.
A veces pienso en esa historia
tan y tan atrás quedada y me pregunto:
¿Fue necesaro el caminar yo tanto?
¿Fue muy larga esa historia?
Y al alzar yo los ojos
miré muy desde arriba;
desde la cumbre clara de mis años
y me puse a pensar en flores,
en Jardines de eterna Primavera.
Atrás quedó tu Cruz como enseñanza,
todo tu dolor, Jesús Amado.
Hoy en el centro de la vida plena
sólo me invitas a vivir la VIDA.
Tu Espíritu de paz me llena el alma
y es por eso que te digo: